El BMW de Iván

El BMW de Iván

El BMW de Iván Iván heredó de su padre, también mecánico, talento y negocio
El BMW de Iván

Iván heredó de su padre, también mecánico, talento y negocio y hoy regenta su propio taller en Kishinau. Es el jefe, empleado, encargado de la limpieza. Si hace falta es también sereno en su pequeña empresa. A la pregunta ¿cómo has pasado las últimas vacaciones? contesta siempre lo mismo con una sonrisa: trabajando. Pero no sufre por eso, no. En su taller, rodeado de coches, motores y herramientas, aire impregnado de olor a gasolina, es donde mejor se siente. Además, el cliente es el cliente, siempre necesita su coche ya. Iván entiende esto perfectamente porque él también sin coche se siente cojo, manco e inútil.

El verano pasado Iván junto con su suegro, marido de mi prima, vinieron al pueblo con el propósito de derribar un árbol viejo, aunque todavía firmemente en pie. El árbol había estado flanqueando durante muchas décadas el perímetro que rodea la casa de mi fallecido tío Boris.

Vestido de mono, provisto de gafas protectoras y armado de motosierra Iván se afanaba en talar las ramas del viejo árbol derribado.

Vestido de mono, provisto de gafas protectoras y armado de motosierra Iván se afanaba en talar las ramas del viejo árbol derribado. Y durante un breve recreo hablamos un poco.

Iván es bielorruso. No se da prisa al hablar y el tono es siempre afable. Hablamos de coches, claro, no podía ser de otra cosa. Y no sobre un modelo cualquiera, sino sobre el BMW, el que más le gusta a él.

A principios de los años 90 del siglo XX el barco llamado URSS se iba a pique. El rublo iba perdiendo rápidamente su valor y era reemplazado por el dólar estadounidense que despertó en todos una enorme codicia por acumularlo. Los antiguos valores de la amistad y honestidad, de ser trabajadores y ahorradores en poco tiempo se hicieron trizas y los jóvenes solamente soñaban con tener coche y dólares en los bolsillos. Era un deseo tan vehemente que por satisfacerlo podían fácilmente llegar a mandar a uno a otro barrio de un porrazo, golpe de cuchillo o incluso disparo. Aunque el automóvil anhelado ya no era el Zhigulí, el Volga o el Moskvichi sino el BMW, el Mercedes o el Audi.

Un muchacho que supiera arreglarte rápidamente tu BMW viejo valía su peso en oro y era protegido por todos.

Muy pronto la comercialización de coches de segunda mano se convirtió en el negocio más rentable de la época y los bandidos descubrieron en la avidez de ganar el tan soñado pun̈ado de dólares una pingüe fuente de ingresos. Se fijaron, pues, tasas a las ganancias que las transacciones empezaban a generar. Los aparcamientos privados surgían como hongos aumentando la demanda de especialistas en mecánica del automóvil extranjero. Un muchacho que supiera arreglarte rápidamente tu BMW viejo valía su peso en oro y era protegido por todos. Nadie se atrevía a tocarle un solo pelo de la cabeza. Así fue como Iván, en unos tiempos muy complicados, logró ganar dinero y también conservarlo. Aprendió asimismo que las oportinidades no lo son todo en la vida, que el talento no sirve de mucho si no se enlaza al trabajo duro y a la humildad personal. Iván se acuerda de todo eso y sonríe. Cuando todo se desmoronaba alrededor y lo único que iba en aumento era la falta de respeto hacia la gente a él, a Iván, le apreciaban.

Iván conoce cada detalle de su BMW. El mismo monta y desmonta piezas, cambia constantemente algo para mejorarlo y hacerlo perfecto. Y aunque lo fuera ya, a él le parece que no lo es. Y está triste por eso. Siempre.

Leave a Reply

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.