Stalin el cinéfilo cachondo
A las 5 de la tarde en una sala del Kremlin todo estaba preparado para que Stalin – siempre muy riguroso y puntual- , y sus colaboradores pudieran ver la película.
Pero el dictador no venía a divertirse, sino a crear su propia versión de lo que veía. “Una intromisión tras la cual sólo quedaban restos de lo que yo había querido hacer, transformando la obra en algo que ya no era mío”, comentó uno de los directores de mayor talento de la época a quien Stalin trató al principio paternalmente, para poder destruirlo luego con manifiesta alevosía. El paso previo a la eliminación era una inocente reseña “no muy favorable” en uno de los diarios de propaganda.
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