La palabra fea
- Cuando llega a la palabra fea, se para y dirige hacia mí unos ojos suplicantes, el rostro en llamas, muda de vergüenza.
“Abres tu bolso. Hurgas entre libretas y papeles, en busca de la llave. Vas hallando monedas, la cartera, un pene. Desesperas y lo sacudes…”
Esto del pene que hay que sacudir me suena al menos un poco raro. No digo nada y espero con paciencia la traducción.
Se trata de una alumna aplicada y seria que siempre hace sus deberes. Cuando llega a la palabra fea, se para y dirige hacia mí unos ojos suplicantes, el rostro en llamas, muda de vergüenza. Los demás no se enteran de lo que ocurre a su alrededor. La mayoría son unos vagos que frecuentan las clases en su tiempo libre.
Mientras estás leyendo algo, te lo vas imaginando. Ocurre sin querer, como si vieras una película. Me pregunto qué habrá descubierto en el bolso de la protagonista esa chica aplicada y seria del séptimo al buscar la palabra en el diccionario.
– Peine -corrijo-. Tenías que escribir “peine”. Has copiado mal.
– Ajá.
El rostro de pronto se le ilumina. Ya está. Solucionado. En el recreo se me acerca para pedir perdón.
– Deberías pedirle perdón a la autora.
Sonrío, claro, para restarle importancia.
(marzo, 2010)