El puño de la OTAN
¿De qué ha servido la victoria de los Estados Unidos en la guerra fría? ¿Cuándo ha tenido la OTAN la intención de defender el mundo democrático contra los abusos absolutistas? ¿Entonces, después, o la tiene ahora? No está claro.
A principios de los 90 del pasado siglo la URSS estaba vencida. ¿En qué pensaba la cúpula administrativa y militar estadounidense en ese momento? ¿Por qué no dio el golpe final para acabar con el aliento de dictadura que desde el espacio comunista soviético había emanado durante siete décadas?
Rusia entonces era mucho menos de lo que es ahora, a pesar de todo el arsenal nuclear del cual disponía. El estado había dejado de existir y quienes lo habían dirigido también habían desaparecido.¿A qué se dedicaban todos esos expertos en estrategias geopolíticas, en qué pensaban? El Pacto de Varsovia estaba disuelto. Un paso más y la OTAN, que seguía en pie, admitía de golpe a Moldova, Ucrania, Países Bálticos, Georgia, que habían declarado su independencia, y cerraba el puño.
Desde entonces han pasado treinta años. En el Kremlin no solo ha surgido un nuevo hombre fuerte, sino que ese hombre no ha dejado de armarse, de hacer guerras a diestro y siniestro, de amenazar con poner el mundo patas arriba. Y ahora cuando esto ha ocurrido, cuando el mundo está patas arriba, la táctica que Occidente ha adoptado contra él es llamarle loco, viejo carca resentido y lleno de rencor histórico, suicida que está cavando su propia tumba, y otras enormidades parecidas.
Desde hace veinte años el sector más democrático y prooccidental de Moldova y Ucrania pide ayuda a gritos; el Putin de entonces no se había transformado todavía en el Putin de ahora, no había acumulado aún tanto poder destructivo. Estaba en ello, sí, pero, entretanto, ofrecía al mundo su lado popular: tocaba el piano, pintaba, pescaba, recibía perritos de regalo, participaba en bodas de élites políticas europeas, acogía campeonatos de fútbol y repartía personalmente los trofeos, dirigía paternalmente una Rusia mansa y acogedora para los turistas.
¿Dónde estaban los Estados Unidos? Tenían otras guerras que atender, al igual que Putin, que estaba implicado en las suyas.
A finales de los 80 la OTAN hizo, al parecer, a la Rusia postsoviética cierta promesa que hoy no parece dispuesta a reconocer. Una promesa que, por otro lado, ni los rusos interpretaron al pie de la letra; no expandirse hacia el Este europeo. Sin embargo, han avanzado engullendo territorios seguros, dejando al descubierto, por si acaso, países poco seguros y vulnerables, esos donde ahora Putin puede desarrollar impunemente sus operaciones especiales. En el lenguaje común podríamos llamar a eso “perfidia”.
En el momento de la caída de la Unión Soviética, Occidente pensaba en la mejor manera de aprovecharse de su cadáver lleno de tesoros y en cómo hacer tratos ventajosos y suculentos con todos los presidentes absolutistas post-soviétcos, antiguos secretarios generales del Partido Comunista de la URSS que se apoderaron, casi en solitario, de todas las riquezas que antes se repartían, con unos costes bajísimos, entre los ciudadanos soviéticos. Los ríos de pasta que empezaron a fluir hacia sus bancos y bolsillos no olían a sangre ni sabían a lágrimas, a esas lágrimas derramadas por generaciones y generaciones de seres humanos sacrificados por el régimen. Montaron negocios de muchos miles de millones con todos los oligarcas al servicio de esos presidentes absolutistas que han guardado las fortunas acumuladas en bancos extranjeros, han comprado propiedades de mucho lujo, joyas, yates y aviones privados.
¿Quién se alegraba de la llegada a Europa occidental de los nuevos ricos rusos, ucranianos, turkmenos, tayikos, kazajos? Fueron recibidos con sonrisas y brazos abiertos porque invertían en hoteles, restaurantes, ocio, clubs de fútbol. ¿Y ahora los quieren sancionar y echar?
En estos momentos en Ucrania mueren hombres de todas las edades, ucranianos y de todo el mundo, defendiendo, arma en mano, los valores occidentales de los que tanto se habla. Son ellos los que han plantado cara a la invasión de la Rusia de Vladímir Putin y serán ellos los que van a cerrar, al final, ese puño que la OTAN no fue capaz de cerrar.