Biatlón de los Tanques
Se dice que Putin pertenence al pasado, viene de ese pasado con un enorme lastre atado a sus pies -su Unión Soviética- para hacer algo que no es propio de la época en que vivimos ahora. Sin embargo, del acto fuera de toda razón de este señor antiguo que ha apretado el gatillo, no dejan de aprovecharse otros.
A la vuelta del siglo, nuestro modo de ver las cosas ha dado un vuelco espectacular. A pesar de que, desde las guerras yugoslavas no han transcurrido más de dos décadas, hacer una guerra a principios de la tercera década del siglo XXI nos parece algo que se remonta al medievo. ¿Ahora? ¿Cuando por fin se podía vivir en paz y disfrutar de todo lo que la paz nos ofrece? ¿Cuando se puede trabajar fructuosamente aprovechando los avances tecnológicos a nuestro alcance? ¿Cuando se puede, por fin, expresarse libremente, bailar y cantar, ganar concursos de belleza?
Preguntas legítimas, desde luego.
Sin embargo, no debemos olvidar que las guerras chechenas se prolongaron hasta 2006, 2007, desembocando en la guerra de Osetia del Sur en 2008.
Lo que quiero decir es que el espíritu de la guerra sigue vivo en Rusia y está alimentado sin cesar a base de películas que el estado financia generosamente. A nosotros nos educaron con series sobre la victoria de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial. Los jóvenes nacidos tras la caída de la URSS recibieron su enseñanza patriótica viendo obras cinematográficas sobre Afganistán y Chechenia. O sea que un hecho que en el resto de Europa, ojalá pacificada para siempre, se ve como un acto medieval, en Rusia es un tema corriente. Amén de ello, los discursos de Putin no paran de animar a acciones decididas de lucha contra Occidente en papel de perpetuo agresor: Rusia está amenazada, Rusia debe presentar batalla, romper el frente y vencer etc.
Por lo tanto, no tenemos delante ni a un loco ni a alguien que no entiende lo que ocurre a su alrededor, como he visto que intentan pintarlo últimamente. Lo entiende y lo transmite a un entorno que él maneja a su manera.
Siempre he hablado en mis escritos de un solo espacio, el soviético, que Rusia considera suyo y mira a las ex repúblicas soviéticas como a sus antiguas colonias. Y como si esto fuera poco, se considera en el derecho de penetrar allí con tanques siempre que le plazca. Lo que quiere demostrar ahora Rusia -y Putin- es que, a pesar de haber perdido la guerra fría, ese espacio no ha dejado de existir y que sigue perteneciéndole. En la Conferencia de Munich de 2007 Putin dejaba bien claro que la formación de bloques no se había terminado una vez desaparecido el telón de acero.
En Rusia ya es casi una tradición celebrar, durante el verano, un concurso militar llamado “Biatlón de los Tanques”. Han participado a lo largo del tiempo China, la India, Kazajistán, Uzbekistán, Bielorrusia, Irán, Mongolia, Azerbaiyán y hasta Serbia. Son los países que, aunque no apoyan el ataque ruso contra Ucrania, no lo condenan abiertamente. Podríamos suponer, por lo tanto, que la constitución de un nuevo bloque asiático no depende del desenlace de la “operación especial” rusa en Ucrania: el proceso ya está en marcha.