Precisamente cuando crees que lo tienes todo, te das cuenta de que te falta lo esencial. Y lo esencial puede ser cualquier cosa: un hijo ya mayor, un amor perdido o imaginado, una mujer despechada, una madre fallecida, un padre que sufrió un infarto. Cosas que has tenido pero que has ido perdiendo con el paso del tiempo, ese asesino universal. O que hubieras podido tener si no las hubieras despreciado; demasiado cerca, demasiado al alcance de la mano.
Habrías podido jugar más con ese hijo tuyo que ya no te necesita, darle un beso a aquella mujer y hacerla tuya, charlar más con tu madre de eso o aquello (pero ese teléfono ya no contesta), invitar a aquel hombre a tomar un café para ver qué quería y, de no haber estado tan lejos en aquel momento, llevar a tu padre al hospital a tiempo.
Aún te quedan años por vivir y cosas por hacer, una especie de presente perpetuo que se convierte en pasado conforme van pasando los segundos. Para y escucha este tictac, hazlo ahora, despacio, es la vida que pasa. Sí. La tuya.
Feliz 2015 a todos