Esa libertad que fascina

Esa libertad que fascina

Esa libertad que fascina Mi perrita se llama Jessy. Es muy simpática.
Mi perrita se llama Jessy. Es muy simpática. Es muy jugadora y divertida.

El perro da brincos de contento y está feliz. Este chucho ha tenido suerte. Alimentado, acostado y cuidado como un bebé. Como un bebé afortunado, quiero decir, porque los hay en este maldito mundo tirados por ahí como viejos muñecos de trapo.

Siempre limpito y con el pellejo blanco y brillante. Le dejan acostarse en la almohada de sus amos, puede comer de sus platos y si se hace pis sobre la alfombra no pasa nada.

Cuando lo sacan a pasear, echa a correr tras algún perro vagabundo que anda a sus anchas por donde le da la gana. Casi todos son unos ejemplares grandes y robustos, espinazo grueso y tórax desarrollado. Casi nunca se dan por aludidos y siguen su camino aparentemente sin rumbo determinado.

Băbănel, el chucho del semáforo/Băbănel, cățelul de la semafor

Nuestro chucho parece envidiarle esa arrogancia y también algo más: esa libertad de caminar hacia ninguna parte. Se le queda mirando, correa tensa al cuello y patas delanteras rígidas, listas para echar a andar. Esa libertad que no sabría enfrentar porque se moriría de hambre y de frío pero que, a pesar de todo, le fascina.

Leave a Reply

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.